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Desesperación

Te odio, sale. ¡SALE!.
Ándate, eres imbécil. Tropiezas con todo, me sigues a todos lados.
¿Qué acaso te doy señales de querer estar contigo?
Sale de acá, ándate de acá.
Me sacas de mis cabales, te escucho susurrar a lo lejos aunque no te vea.
Te odio, TE ODIO.
¿Dónde estás? ¿Dónde te escondiste?
Abro todas las ventanas, me paro.
Me desespero.
No te veo, ¡¿dónde estás?!
Te mato, te juro que te mato.
Moscas...

Llanto

Estaba llorando, pero ella no lloraba sola.
La abrazaban, el mismo amor incondicional que había hecho que ella desatara en llanto.
En culpa, en odio a sí misma, en esa frustración de no poder hacer nada.

- Es que soy así
- No me digas eso... yo sé que eres más que esto

Para dejar de llorar ella necesita buscar en lo más adentro.
Abrise el pecho, sacarse los puntos que tiene en el corazón y empezar a cicatrizar de nuevo. Pero tiene tan mala cicatrización.

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¿Será que no sufro lo suficiente?
¿Será que ahora hay con quien llorar?
¿A quién llorarle?
Saber encontrarle el sufrimiento a las cosas... aunque no sean mis cosas. Ese es el deber de quien escribe. O no?

Matemáticas

Siempre tuve la convicción media masoquista acerca del amor.
Me refiero a que simplemente creo en la proporcionalidad de los sentimientos, de la capacidad del corazón.

Pienso que entre más sufra una persona, más capacidad de amar tiene.

Por lo tanto entre más ama una persona más propenso se hará a llorar fácilmente...

Es pura matemática.

Por eso soy tan llorona.
Peor los que creen que aman pero no lloran.
Peor los que lloran por quien aman... pero algun dia amaran a quien los hace llorar por cosas indirectas.
Peor los que lloran porque no los aman. Eso es como un callejón sin salida.

Mejor llorar porque algún día van a explotar de cosas lindas.

Día de Invierno

¿Por qué todos se deprimen con la lluvia?

Cuando llueve, duermo mejor.
Cuando llueve se limpia el aire rancio de Santiago.
Las mañanas después de llover, son los más lindos primeros medios días del año.
La cordillera se llena de nieve, no es necesario decir que eso es hermoso.

Caminar debajo de la lluvia es como si te limpiaran el alma.
Todos los verdes se ven más verdes, y todos los naranjos se ve más naranjos, una linda manera de resaltar los colores del invierno.

Los niños juegan a salrar en las pozas.
Las cocinas se llenan de olores ricos, de sopaipillas calientes y de sopas caceras.
Nada es más bienvenido de comer que en un día lluvioso.
Ni hablar del chocolate caliente.

Las casas están más cariñosas y el conducto natural es que todos quieran llegar más temprano a regalonear.

Sí... bueno no todos. Hay gente que sufre. Deprimámonos por ellos. Pero no porque el día llueve, sino porque hay gente que se moja y no tiene cómo secarse...
Aún así, la lluvia no deprime, lo que deprime es la realidad.

Sabotaje

Mirenme aquí estoy.
Borrando las cicatrices. Me dieron una crema cicatrizante para borrar la que tengo en el cuello por la operación de hace un año y medio. Pero ¿para qué más podría servir esa crema?

Me he dado cuenta.

Sabotaje.

Saboteandome a mí misma. ¿Qué estúpida no?
Alguna vez dije que escribiría un libro.
De mi estupidéz quizás.

Tengo amigas a las que les hice daño. Y ya no son mis amigas.
Pero no quiero perder a nadie más por el poco respeto que me tengo a mi misma.
No quiero perderme a mí.
No quiero hacerme sufrir a propósito.

¿Me lo merezco?
Merezco las cosas buenas que tengo, y las malas hay que arreglarlas.

Borré todo.
Quiero borrar las marcas, perdonar mis culpas. Querer mi corazón y poder amar plenamente.

Abre los ojos

Pasa:

Cuando nos quedamos sin nada.
Cuando extrañamos.
Cuando estamos aburridos de lo mismo.
Cuando nos obligan a un cambio.
Cuando experimentamos la muerte.
Cuando se nos da la gana...

Qué egoista somos. Siempre esperando que los demás hagan cosas por nosotros, cuando al final, POR QUÉ?, ¿por qué deberían andarse preocupando todo el tiempo de nosotros?.
¿Quién dice que eso tiene que hacer la gente que nos quiere?

Es una manera bastante egoísta, egocéntrica y EGOgogoolorona de vivir.

Pero sí. Siempre fui yo la que tenía que ser especial, a la que tenían que descubrir, enteder, soportar, regalonear, comprar cosas, regalar cosas, sacar a pasear, ir a donde yo quiero. Porque yo soy especial.
Sí, especialmente pendeja.

Nadie dice que cambie y probablemente no lo haga.
Pero aún siendo esta testaruda niña implorando por amor, puedo ser mejor. Puedo ser menos egoísta.

Puedo hacer que ustedes sean especiales para mi.
Puedo quererlos.
Puedo decirle que los quiero.
Puedo tocarlos.
Puedo, tal como ustedes pueden conmigo.

Tú a quien quiero,
Despierta.
Abre los ojos.
Estírtate y respira hondo que el desayuno está en la cama.

Porque los quiero.

Escribo

porque me encanta me encanta pero me encanta escribir.
meencantaescribirmeencantaporqueesdemasiadoentretenido y problamenentetengoletrascurzadasporquesoymediadislexicaparaescribirypero tambienlosoyparaleer me cuesta notenerqueponerespacios, como quedeberiadesactivaresataclaprahacerlomasentretenido o no q u e c r e e n l o s d e m ´a s j a j a j a j a j a j a j a j a

Amo a maturana desde hoy, DIJE.

Reafirmo

Tengo miedo de hacer sufrir a la gente.
Por eso pasé mucho tiempo guardándome las cosas y enfrentándolas sola.
Pero esta vez es una cosa rara, no quiero dañarte y siento que seré yo quien lo haga esta vez. Porque a mí ya me tocó.

Es el correcto, porque ha dicho cosas que yo esperé escuchar de alguien.
Sí, como aquello que siempre le he dicho a mis amigas cuando tienen miedo.
Es mejor estar enamorada que no haber sentido nada, porque aunque sufras después lo que sentiste no te lo quita nada. Solo el orgullo rancio podría borrarlo, pero cuando el orgullo le gana al amor, el amor que sentías era una mierda.

Hubo una cascada de situaciones hasta hoy que han reafirmado una y otra vez mi decisión. Porque tengo buen ojo, señores. Sólo que anteriormente no se daban las circunstancias o era un saco de pelotas no más. Ahora no fue ni saco de papas ni tampoco fue un mal momento.

Lo amo.

Siento que he aprendido mucho

Sí, creo que te amo.

Es verdad que no éramos lo que esperábamos, porque dentro de esta cabeza soñadora esperé siempre por un hombre que me rescatara de la torre en llamas custodiada por un monstruo gigante. Y por tu parte pensabas esperar a la princesa perfecta e ingenua que yo no soy.

Pero es más cierto aún que llegaste en uno de los peores momentos de mi vida, cuando más miedo he tenido de seguir adelante, cuando creía que en realidad pocas cosas valían la pena. Y aunque te faltó un corcel blanco, me has entregado más de lo que esperaba recibir de ti.

He aprendido a cuidarme, a ser sincera no sólo contigo, sino que conmigo y con las personas que quiero. Aprendí a decir lo que me pasa, no sólo lo que pienso. Aprendí a hacer cariño y a querer a las personas con algo más que frases cariñosas, con gestos. Recordé lo importante que era no rendirse a la primera o segunda y lo necesario que es creer en uno mismo.

Es tanto lo que siento adentro que incluso al intentar escribirlo y decirlo en palabras me es imposible, los ojos me lagrimean igual que la primera vez que lo dijimos. Porque recuerdo que esa primera vez del "Te amo", ni siquiera lo dije, lo modulé y sentí un calor inmenso recorrerme entera, que las piernas me tiritaban y que nunca en mi vida había estado tan expuesta, pero no tenía miedo.

Me ha costado trabajo entender mis defectos, como a ti los tuyos. Es difícil hacer que las cosas funcionen cuando vemos que el resto del edificio se derrumba a pedazos. Pero estamos juntos en esto y si en algún momento te cansas yo te llevaré agua, comida, calor y amor para que sigas caminando. No sé por qué nos afecta tanto seguir, si para muchos es la vida y es lo que hay que hacer. Yo creo que es porque nos da miedo dejar atrás lo que tenemos ahora, porque puede empeorar.

Pero a pesar de todo, de los miedos, de la mierda y la mala suerte. De las pocas ganas de enfrentar lo que no se hizo, lo que hicimos mal. Estamos juntos y no veo futuro cercano sin ti. (El lejano no lo veo ni conmigo)

Por eso creo que te amo, porque Te amo.

La muralla

No sé en qué momento comenzaron a caer los ladrillos entre nosotros. Uno sobre otro se fueron montando, mientras caminábamos por Salvador.

Las calles estaban oscuras y las luces de los autos nos daban un color tétrico y triste. ¿O era que estábamos tétricos y tristes?

En un momento miré hacia el lado y el muro era tan grueso que ni tu mano podía buscar para tocarla. Yo me apoyé en él e intenté escuchar tu corazón pero no latía, estaba aplastado por mi vergüenza.

De pronto entre mis esfuerzos por gritarte que te quiero me abriste una ventanita, pequeña, de cárcel y dejaste pasar la luz de mi sonrisa que me devolviste con una triste mueca.

Derrumbarlo, sí... ¿pero cómo?.

Con tus ojos clavados en mis sueños.

Quiero despertar y enconrtarme con tu mirada impregnada de mi.

Amigas

Me hace tanto bien hablar contigo. Sobretodo cuando en esas conversaciones eres más mi amiga que mi mamá. Sé que alego que no seas tan loca como son las demás, pero en el fondo es la mejor forma en la que podrías ser, así como amiga que me escucha y que sabe más y una mamá porque a pesar de mi llanto, mi rabia y mi miedo, me dices que tú estás ahí, que no soy lo que botó la ola y que en realidad tengo que encontrar la respuesta en mi.

Sólo yo puedo saber.

Te quiero mamá.

Te quiero a ti también por decirme que hablara con ella.

Me quiero a mi por cumplir mi promesa y no defraudarme más.

Lo más lindo

No fue la invitación a almorzar.
Tampoco que te preocuparas de cómo estoy.
No fue caminar juntos mucho rato
o que me mires con esos ojos.
Lo más lindo no tiene que ver con esa pregunta que había esperado desde que veo películas de Disney
ni mucho menos que me ofrecías tu chaqueta sabiendo que tenías más frío que yo.
Todo eso era lindo, pero...

Lo más lindo fue saber que pediste que yo fuera feliz.

Te quiero mucho.

Credo

Es cursi, sí, es cursi y suena cursi porque después de todo, yo soy una cursi cualquiera.
Pero no tan cualquiera para ti.
Ahí esta la diferencia.
Cómo creíste que hablaba de otro, cómo podría... No, no ahora, para qué. Sí... podría de lindos recuerdos o malos, por qué no, si de esos no me faltan. Pero denominarlo a ese aquel como la mano que rescata a Frodo del pozo, nunca. No podría ser alguien más que yo.
Yo soy la única persona que me puede salvar. Porque sólo necesito volver a querer que las cosas funcionen. Querer de querer algo, no de querer amando. Además que ya te quiero lo suficiente como para no equivocarme más. Lo sé.

No me acuerdo que fue lo que dije, la razón por la que abrí el blog. No te había dicho pero hago eso muy a menudo, publicar algo que dije en algún momento como una reflexión pura e inmediata, porque me gusta eso de mi, esa frescura metafórica al peo.
Aunque tú no me entiendas cuando hablo así. Pronto deberías entender.

Sí, está en "creer". Esa es la magia de la vida, una persona que no cree no puede estar viva. Eso me dijo mi Tata, o algo así, a eso se refería claro, a que no puede haber una persona tan tan tan agnóstica que "no crea", por lo menos cree en él mismo. ¿No?

Me pasó antes, sí. Una vez quise tanto que perdoné todo, y ya está perdonado. Nunca voy a odiar a alguien a quién quise. Nunca, es una promesa de por vida. Odiar es malo, pésimo, prefiero sufrir que odiar o guardar rencor, no importa lo que sea... no hay que odiar, el alma no está echa para odiar, así la matas. Te mueres.

Pero es diferente ahora porque "creo en nosotros". Esa es la diferencia, nunca antes había creído en un nosotros, con nadie había hecho un esfuerzo para que funcionara. He querido, sí. Cómo es que quise... Mucho fue lo que quise y no me arrepiento, porque sin esa cualidad de poder querer hasta el infinito no podría haber querido a nadie más después de un fracaso como ese. Querer a alguien más me ayudó, finalmente, a creer en otro. En ti.

"Querer, es poder". Ahora entiendo. Querer a alguien te da el poder para creer en él o querer que las cosas funcionen es hacer que todo salga como debe salir. Los dos pensamos igual y por eso estamos aquí. Dudamos, no por dudar, sino por miedo. Ya no tenemos miedo. Yo no. Por eso funcionó.

Yo creo.

Natalia

Me he sentido como esa escena de "El señor de los anillos" cuando Frodo ya va llegando a las tierras de Mordor (?¿) y se cae a un lago con muertos, y siente como se muere y se va muriendo y derrepente una mano lo agarra de la ropa y lo saca. Pero esa mano es alguien que encontré en junio del año pasado, antes de toda esta mierda de la operación de un tata sobreviviente una mama que llega a la hora del pico proque trabaja todo el día, un grupo de amigas que rápidamente se disuelve, errores y mierda vocacional.
Voy a recuperar a la Natalia que me gustaba tanto ser.

Olores

La mierda huele como aquella vez que creí que se me acababa el mundo.
Pero logré armar mi edificio de nuevo y ahí esta, ESTABLE.
Sí... ESTABLE y qué? tiene q derrumbarse? por qué DEBERÍA?
Deber, deber deber... JA! deberes.
Yo se quien soy, lo se mejor que nadie y la mierda dejará de oler.
No me harás daño otra vez porque se quien soy y lo que tú no eres.
Ojos azules no llores
no llores ni te enamores.
Llorarás cuando me vaya
cuando remedio ya no haya.
Quiero mi cable a tierra. AYÚDAME, vuelveeee a mi vida, eres como mi Jesús de Nazaret.
No soy ni religiosa, pero doy la otra mejilla, a pesar de que con mi carácter de mierda crean que soy la mierda. Pero la mierda no puede oler..."no hay acabo de mundo camilita" No hay no hay no hay necesidad, porque ni Paris.
Me sorprende que esa canción haya venido a mi cabeza...
Contexto? el de la felicidad misma. La pieza de mi Tata Víctor, su radio, su CD, esta una de mis canciones preferidas, las escuchábamos juntos mientras yo...
Una fuente de avellanas que en el día se recogen y en la noche se desparraman.
No me gustan las avellanas tata, son malas... son como raras.
Siempre me imaginé que serían dulces.
Las estrellas no pueden ser amargas, no?. La vida es amarga. NO POR FAVOR AMARGA LA VIDA.
Mi mundo es más que de un 2x2 y me aconsejan que escriba. Me dice eso porque me quiere porque es una forma de, una forma de, una forma de saber de mi.
Conciencia, inconsciencia. INCONSISTENCIA.
JA! Cuando remedio ya no haya.
http://www.youtube.com/watch?v=BoLZRaM2vfA
Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!! "Música Andina"
Pensar que me la sabía en metalófono, como la canción que ponen en el Jumbo y Greenleavs, qué linda, toqué las dos partituras al mismo tiempo una vez, posible, más que posible, mi papá se la sabía en guitarra. Ojalá nunca hubiera dejado de tocar guitarra.
Sólo me casaría contigo si supieras tocar guitarra.
- Se parece a ti.
- Por qué?
- Porque es blanca, tradicional, canadiense... eres tú, no sé.
- Tradicional? Yo no soy... es que...
- ...
- Quizás soy un poco machista.
Igual quiero escribir un libro, qué más me da que sea malo y sólo lo lea mi abuela.
Cuando las cosas no me funcionan como quiero, no lloro. Yo le sonrío a la vida. Basta de drama, basta de sacrificios al volcán para que HunkaHuga sepa que soy como debo ser. JA!. Basta.
Te quierooo amiga, noo sufras, porque tu mamá está loca y la echas de menos. Amiga, no sufras si para ti siempre voy a estar, aunque no esté todos los días. Cómo te quiero, qué haría sin ti.
Qué haría sin unos dulces fuguelé y un lugar donde ir cuando tengo miedo.
Es lo mejor. Saber que sigo siendo alguien para muchos que sí son para mi.

La hora pick en la que nadie existe

Son las seis de la tarde en un día de semana, uno cualquiera, de lunes a viernes. Los colores en el cielo empiezan a cambiar, no sólo el atardecer otoñal se aproxima, también el comienzo de la hora pick. El tráfico es cada vez más molesto, los conductores están molestos, los que esperan en las esquinas el monito verde están molestos, incluso el rojo del semáforo con su incandescencia parece estar molesto y el cielo gris del cielo no parece mostrarnos un panorama mejor. Es la hora de una piedra en el zapato.

El aire aún es tibio y aunque no hace frío el ambiente ya tiene su color otoñal. Se ven manchas amarillas en las veredas, huele diferente, es todo más húmedo de lo normal y los árboles se tambalean con el suave soplar del viento. Pero nadie en los autos lo nota, nadie ensimismado en su mp3 se da cuenta, nadie vive su ciudad.

El Museo de Bellas Artes es imponente, más que cualquier taco, más que las personas apuradas, más incluso que el mismo Parque Forestal. Ahí está, como un gigante que contrasta con las nubes amenazantes de lluvia temprana. Un gigante que nadie ve, que a nadie sorprende con su extraordinaria altura, belleza, historia. Está solitario entre tanta hora pick, entre el tumulto de almas molestas por la hora, por el frío, por el tráfico y por el “paco” de la esquina que da indicaciones que nunca ayudan, solo demoran su llegada a casa.

El vendedor de dulces Suny se pasea con constancia, una y otra vez, en cada luz roja pasa sin ser visto por cada mirada impaciente de los conductores esperando que la luz del semáforo los acerque unos segundos más, un par de metros más cerca a su hogar con su verde esperanzador.

En las veredas la gente camina corriendo. Nadie mira a su alrededor, nadie es cociente de la belleza de un atardecer en la ciudad, de los matices, de los colores, de las personas que caminan junto a ellos. No observan un parque forestal atestado de enormes árboles donde incluso una Araucaria se puede ver desde la vereda del frente. A ninguno parece importarle lo lindo que es Santiago.

Los bocinazos y los pitazos del carabinero resuenen en la densidad del ambiente al que nadie presta atención, ruidos de camiones, los gritos del vendedor de Superocho y parejas de personajes que conversan mientras salen del museo o cruzan la calle. Es como si el ruido se fuera al vacio, como si no existiera, hace recordar esa pregunta que dice, “Si un árbol se cae en el bosque y nadie lo ve jamás, ¿el árbol se cayó realmente?”.

Eso pasa, es como si los momentos no existieran, están muertos, no porque los maten con críticas o malos pensamientos, sino porque no alcanzan a nacer en la mirada de algún observador. Las luces destellantes no son, la ciudad activa como una jungla que tiene algo que decir, no es. Las personas estresadas que piensan en cómo mejorar el mundo, no existen detrás de la molesta hora pick. Sólo hay bullicio silencioso sin una razón de ser.

Sólo un par de personas entre tanta multitud de zombis parece existir. Se sentaron a descansar sin darse cuenta que con su pausa en el tiempo generan un momento de realidad dentro de tanta superposición de eventos sin atender. Bajaron por las largas escaleras del museo y se sentaron en las bancas que lo rodean a conversar, a hacer silencios y observar. Saben lo que pasa a su alrededor en ese momento, son consientes de la ciudad.

Sólo dos personas entre tantas otras que están en los cuarenta autos que pasan por cada semáforo en verde, entre las treinta personas que a simple vista parecen pasearse por las veredas cada vez que la luz cambia de color, sólo dos de todas esas deciden parar un momento para mirar qué es lo que pasa ahí, en su vida, en la de todos los demás.

Ven la impetuosidad del Bellas Artes, la Araucaria en la vereda del frente, las caras molestas de los conductores y las manchas luminosas que contrastan entre tanto gris. A lo lejos el carabinero que dirige en tránsito no encaja con el malabarista que aprovecha cada señal de detención para comenzar su frustrado intento de sorprender a las personas con su increíble coordinación entre el baile de las clavas y el dominio de una pelota de fútbol.

No consigue sonrisas ni los aplausos que cualquier artista merece, sino que una estirada mano que le entrega cien pesos, más que por el goce es más buen por la responsabilidad solidaria del chileno, caridad hastiada.

El cielo cambia de pronto su tono grisáceo a un azul marino y el anochecer amenaza con llegar rápidamente. Los autos siguen en su lento andar y las personas en su caminar de maratón. Las dos excepciones a la regla comentan que se pone helado y deciden emprender su marcha.

Desde el otro lado un joven activo reparte el programa cultural del mes de mayo, pide un aporte voluntario para sustentar las impresiones y probablemente su pasaje de la micro. Él también camina rápido, porque quiere llegar a su casa, al calor de una cama con guatero o un programa de televisión aburrido. Quizás tiene que estudiar o terminar un trabajo, pero es claro que quiere dejar lo que está haciendo para sentarse en un lugar a descansar.

Otra pareja de amigas se sienta en una banca más allá. Se fuman un cigarro y crean con su momento otro espacio de existencia a su alrededor. No se ven apuradas, no parecen estar preocupadas por el tiempo, por al tráfico ni por las caras de molestia de todos a su alrededor. Pero tan pronto cae la última ceniza de la colilla, se van. Con la misma calma con la que llegaron.

Otro bocinazo que no distrae a nadie más que al vendedor de Superocho que corre apresurado para vender lo suyo. Camina a paso rutinario, de esquina a esquina, a lo largo y a lo ancho vendiendo, esperando en llegar con algo más a su casa. Porque él también tiene cara de querer irse pronto.

En lo alto ya no quedan rastros ni de azul ni de gris porque la oscuridad lo abarca todo menos las calles iluminadas por los faroles y automóviles. Hace más frío y la señora de pelo corto y piernas cansadas por los tacos, pero no menos apresuradas, se pone la chaqueta del traje de dos piezas que lleva puesto.

Camina al metro, con un bolso grande que además de voluptuoso se ve pesado. En la estación de Bellas Artes, baja por las escaleras que la conducen al adiós de la ciudad en un anochecer cualquiera. Le da la espalda a lo lindo que es Santiago al igual que todos los demás que se sumergen para irse a sus casas de una buena vez.

No hay como callarla, ni quien sepa escuchar más.

Si se para frente a mí lo primero que descubro es su boca roja, no solamente porque es muy carnosa y llamativa sino porque le gusta conversar. Siempre tiene algo que contarme, alguna queja y si no, probablemente alguien por quién sufrir.
Mientras me cuenta acerca de sus últimos sucesos, qué aun no sabe que terminarán como un trauma, yo me fijo en su pelo muy ondulado hasta más abajo de los hombros, aunque a veces se lo alisa no puede esconder los rulos que se revelan después de un lavado con agua y shampoo con olor a vainilla.
Caminamos hacia una banca para sentarnos y seguir discutiendo su problema, después de eso es ella quién se concentra con todas sus ganas para ayudar a quién quiera contarle sus cosas también. Habla fuerte, de vez en cuando pasa que alguien se da vuelta para escucharnos o simplemente se va porque no quiere seguir oyendo conversaciones ajenas.
Llegamos a la banca y con un típico gesto se sube los pantalones al mismo tiempo que se sienta. En todo el transcurso no ha dado ni un solo suspiro, conversa tan fluidamente que incluso puede volverse confuso.
Es muy expresiva con sus manos, sus manos son pequeñas, en la derecha tiene un lunar característico y si no tiene las uñas rojas no se las verán de otro color jamás.
Termina su historia y mirándome con los ojos un poco saltones, pestañeando rápido, de hecho más de lo normal. Está desesperada por un consejo que le solucione la vida, porque se pone nerviosa ante los cambios. Por ella que todo siguiera tan tranquilamente como siempre había estado.
Escucha lo que le tengan que decir, no acepta muchas críticas a menos que sean ciertas personas cercanas, de hecho a quienes ella les haya dado la confianza de hacerlas. Piensa bien lo que están intentando hacerla comprender y siempre llega a la misma conclusión: “ella tiene la culpa”, lo cual es contrario a lo que realmente le trataban de decir. Así vive ella, intentando solucionar cosas que no son para solucionar sino para simplemente dejarlas ser.
Después de dar este errado cierre a su conflicto, toma su botella de agua que nunca le falta y bebe un par de tragos. Se dispone entonces a escuchar, sólo como pocas personas saben hacerlo, el problema lo vive ella, se angustia tanto y más que uno mismo.
Pregunta detalles, te hace pensar, te cuestiona aquellas cosas que normalmente las personas dejamos pasar, te hace reflexionar y después, justo antes de dar el consejo final, muerde un poco su boca, lo piensa con la mirada dirigida a ninguna parte y después hacia ti; te mira con los mismos ojos saltones pero ya no pestañea tan rápido y una frase que más de una vez la he escuchado decir (y qué ganas de decírsela a ella incontables veces): “Naty – me dice - No es tan malo… de hecho lo encuentro bueno”, todo esto acompañado de un par de momentos en que se rascó la rodilla, el brazo y la pierna.
Nunca la he visto después del verano y me he preguntado si toma un color rojo o uno tostado y si eso la hace dejar de ser tan blanca, también se me ocurre que le salen más pecas en la cara de las que ya tiene. Aún así se que pasa tiempo en la piscina, le gusta nadar y según ella es el ejercicio que más te hace bajar de peso.
Nos paramos de la banca, se vuelve a subir los pantalones y caminamos perezosamente de vuelta a la sala de clases. Me pregunta si tengo crema, siempre anda preguntado si alguien tiene crema porque nunca se alcanza a echar en la cara las mañanas antes de salir apurada a tomar la micro; me consta que el problema no es el tiempo que se demora en ella (la micro), sino en el que pierde caminando a la calle por donde pasa.
No fuma y es aplicada (estudia más que muchos y menos que algunos), como a todas las personas a ella le gusta salir, es sociable pero no puede conversar tan fácilmente con alguien que acaba de conocer. Aunque si algún tema en común puede encontrar con cualquiera será la música.
Siempre llega cantando alguna canción y no importa la que le digan, ella sabrá seguir la letra, saberse el nombre y también el autor.
Se las aprende porque las escucha en todas partes, en el auto, en la micro, en los comerciales de la televisión o de la radio, en las teleseries, en los videos musicales, etc. Pero sobre todas las cosas mientras las escucha cuando lee. Lee de todo, libros que no termina, revistas faranduleras, páginas en Internet, datos freak (extraños) de lo que sea y aquello que le consume la mayor parte del tiempo son los Blogs. Los recorre de principio a fin conociendo historias de gente conocida, desconocida o que muere por conocer.
Así es ella, simple, conversadora, enrollada y de una u otra forma siempre feliz.

El comienzo qué tanto importa...

Ese día:

Lo conocí y no podría definir lo que pensé porque no me acuerdo.
Lo besé por primera vez y no podría decir si fue bueno, medio, malo, increíble o fome. Porque no me acuerdo.
Lo miré a los ojos y no podría decir si descubrí verdad o mentira, bondad o maldad, felicidad o tristeza porque no me acuerdo.
Conversé con él harto rato pero no podría decir de qué hablamos, si me interesaba realmente el tema, si me reía de verdad o de mentira porque no me acuerdo.
Quise aprenderme su nombre y no sé después de cuántos intentos y cuántas veces leerlo en su carné pude retenerlo porque no me acuerdo.
Lo tuve cerca muchas veces y lo olí pero no puedo decir si logré definir su esencia, si me gustó o me cargó, si fue dulzón o amargo, su fue rico o hediondo porque no me acuerdo.
Quería retenerlo, no quería que se fuera pero no sé si es porque estaba desesperada, porque me gustó, porque no perdíamos nada o porque vi algo más porque no me acuerdo.

Pero mañana:

Lo veré y sabré si tiene sed, calor cansancio o nada.
Lo besaré y sabré que me gusta que quiero que dure mucho pero no tanto como para no dejarlo con ganas de otro.
Lo miraré a los ojos y sabré que quiere algo de mi, que sus mejillas se contraen si me miente y que cuando dice la verdad le cuesta mantener la vista fija, si tiene pena no me lo dirá y si está feliz irradiará y me contará alguna historia cotidiana.
Conversaremos muchas cosas, de las cuáles probablemente no me acuerde totalmente y cuando le repita una historia esperará que termine la idea general para decirme "si me contaste" y se sorprenderá cuando le diga que le gusta el té frío, no come frutas, no me aprendo los cumpleaños en febrero pero puedo intentarlo y que conozco su cara de mentira.
Me aprendí su nombre completo, he visto fotos que ni él sabe que tiene en FB y le contaré novedades de sus amigos de las que todavía no se entera.
Lo tendré cerca todo el día y sabré que su olor me gusta, que no siempre huele igual pero siempre olerá a él mismo. Sabré también que me siento protegida cuando oloroso su polera y que él también cuando me huele a mi.
No qurré que llegue la hora de irse porque me hace reír, porque me siento tranquila, normal, segura y feliz. No querré que se vaya porque tengo frío, porque la almohada todavía puede tener más de su olor y porque es mi excusa perfecta para hacer nada pero quedándome con el sentimiento de haber hecho lo más importante de la semana. No querré que se vaya porque todavía puedo aprender a adivinar qué almorzó a qué hora y cuantos vasos de agua ha tomado en el día y de pasadita si él se quiere quedar o no.

La Persona

Que me haga comprender y
salir de aqui.
Que me ayude a sentir otra vez
y me acompañe a caminar.

Y lo más importante, a la persona que
no me juzgue y me lleve a la verdad.

Esa persona... es esa persona, será esa persona.


pd. Por hacerme recordar todo lo que quiero... Graciaaaaas!!!! :)