Ese día:
Lo conocí y no podría definir lo que pensé porque no me acuerdo.
Lo besé por primera vez y no podría decir si fue bueno, medio, malo, increíble o fome. Porque no me acuerdo.
Lo miré a los ojos y no podría decir si descubrí verdad o mentira, bondad o maldad, felicidad o tristeza porque no me acuerdo.
Conversé con él harto rato pero no podría decir de qué hablamos, si me interesaba realmente el tema, si me reía de verdad o de mentira porque no me acuerdo.
Quise aprenderme su nombre y no sé después de cuántos intentos y cuántas veces leerlo en su carné pude retenerlo porque no me acuerdo.
Lo tuve cerca muchas veces y lo olí pero no puedo decir si logré definir su esencia, si me gustó o me cargó, si fue dulzón o amargo, su fue rico o hediondo porque no me acuerdo.
Quería retenerlo, no quería que se fuera pero no sé si es porque estaba desesperada, porque me gustó, porque no perdíamos nada o porque vi algo más porque no me acuerdo.
Pero mañana:
Lo veré y sabré si tiene sed, calor cansancio o nada.
Lo besaré y sabré que me gusta que quiero que dure mucho pero no tanto como para no dejarlo con ganas de otro.
Lo miraré a los ojos y sabré que quiere algo de mi, que sus mejillas se contraen si me miente y que cuando dice la verdad le cuesta mantener la vista fija, si tiene pena no me lo dirá y si está feliz irradiará y me contará alguna historia cotidiana.
Conversaremos muchas cosas, de las cuáles probablemente no me acuerde totalmente y cuando le repita una historia esperará que termine la idea general para decirme "si me contaste" y se sorprenderá cuando le diga que le gusta el té frío, no come frutas, no me aprendo los cumpleaños en febrero pero puedo intentarlo y que conozco su cara de mentira.
Me aprendí su nombre completo, he visto fotos que ni él sabe que tiene en FB y le contaré novedades de sus amigos de las que todavía no se entera.
Lo tendré cerca todo el día y sabré que su olor me gusta, que no siempre huele igual pero siempre olerá a él mismo. Sabré también que me siento protegida cuando oloroso su polera y que él también cuando me huele a mi.
No qurré que llegue la hora de irse porque me hace reír, porque me siento tranquila, normal, segura y feliz. No querré que se vaya porque tengo frío, porque la almohada todavía puede tener más de su olor y porque es mi excusa perfecta para hacer nada pero quedándome con el sentimiento de haber hecho lo más importante de la semana. No querré que se vaya porque todavía puedo aprender a adivinar qué almorzó a qué hora y cuantos vasos de agua ha tomado en el día y de pasadita si él se quiere quedar o no.
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