Con locura
Confundida
Alegre
Mal Genio
Risueña
Tímida
Atrevida
Puedo mirar directo a lo ojos...
Olvidar
Estoy lista
Para empezar
Como cada vez
Amar
Contexto: Tras un fin de semana de salir a bailar, una mujer conoce a un hombre y "pinchan" bien pinchado pero no tanto como para alarmarse. De adolescentes con un tanto de inocencia aún.
Ella habla con su amiga y le pregunta:
Amiga aproblemada: ¿Sabes qué? No sé si sera estúpido, pero me agradó el tipo del sábado... como que sentí química...
Pero, todo altiro... cachai? (refiriéndose a los besos y etc)
Como que no sé, siento que no favorece.
Soy mamona, lo sé
Amiga que aconseja: A ver...
1. La química siempre es una señal positiva, si lo miramos en términos personales y no se vuelve obsesivo, pero eso no es algo que te pase por ahora, así que descartemos el lado malo. Sólo lo podemos ver como un "pro"
2. Pasó más que sólo conocerse, es verdad, pero tampoco fue tanto como para pasar a reales "mayores".
El alcohol era evidente en los dos. Por otro lado él fue a bailar, con el fin de "comerse a alguien", así que no esperaba menos de nadie que conociera esa noche.
3. Que hayan pinchado, bueno, ya pasó y además que lo pasaste bien, si lo que te preocupa es quedar como "fácil" no te preocupes porque tenemos cierta edad en donde es cada vez más normal que lo carnal sea inmediato, eso creo yo. Es mejor evitarlo, pero cuando se conoce un tipo y sientes "química" con él en una disco es súper difícil separar las cosas. Es ilógico.
Pasa con un porcentaje reducido. Reducido. Lo que no quiere decir que estemos destinadas a caer fácil siempre con cualquiera inmediatamente, pero que no te preocupe.
4.Deja que te busque, y si no lo hace, no caigas en lo arrastrada y salimos a bailar de nuevo si quieres.
Amiga aproblemada: Jajajajajajajaaja. Gracias.
Tomaron la 511 en Av. Grecia. Desde mi asiento en alto podía verlos muy bien.
¡Bpip Bpip! sonó el cobrador automático para cada uno.
Rápidamente avanzaron hasta la mitad de la micro, subieron los escalones sin mirar el letrero tergiversado que advertía sobre éstos, "Cuidado Peldaños".
Ella, de polerón azul con un 4°B en la parte izquierda del pecho llevaba uniforme, él por otro lado iba con ropa de calle.
La joven vaciló en sentarse, como no habían dos asientos contiguos se quedaron parados frente a frente, apoyados cada uno en una ventana del bus.
Miradas cómplices se cruzaban del uno al otro, en cosa de segundos los códigos iban y venían sin que nadie se percatara de la conversación que llevaban ellos internamente.
Ella lo miraba con pasión y deseo, con un brillo desafiante en sus ojos azules que él respondía con unos azabaches de tranquilidad y seguridad.
De los destellos pasaron a las sonrisas mientras ambos buscaban algo en sus bolsos, ella buscaba con ansiedad, como si en su mochila llevara la flecha de cupido que le dispararía a él justo en medio del corazón, para enamorarlo, por fin.
Él ganó, encontró lo que buscaba. No vi ninguna flecha volar. No pude gritarle a cupido que yo también quería llenar de amor mi corazón, porque no lo vi salir entre las nubes rosadas que tampoco existían.
El adolescente sacó del bolso una cajita negra, y desde el momento en que la abrió él no la miró más.
Ella perdió. Su caja blanca no era suficiente, pero no lo entendía y no lo entenderá hasta que sea demasiado tarde. Él no la miraba más, en cambio ella aún buscaba su mirada, su sonrisa, su calor en cada etapa del juego en el que se habían sumergido.
Pero él no la miró, no vio esos ojos azules esplendorosos, no vio ese corazón lleno de cariño por él, no vio mas allá, no levanto la vista de su vídeo juego, no jugó en la vida real.
Ella perdió.
Y yo los perdí de vista cuando se bajaron en el metro.