Lo que seguramente llega a hacer un Santiaguino apenas regresa de sus vacaciones, es probablemente lo que yo estoy haciendo en estos momentos.
Dejar todas las cosas en el living, pensando que mañana será un buen día para sacar la ropa sucia del bolso y guardar cada cosa en su lugar, día que nunca es mañana sino que mínimo 48 horas después de una larga noche.
Abrir todas las ventanas ilusamente, pretendiendo que el aire denso circule y la noche no sea tan acalorada como las que ya habías olvidado, pero claro, no hay viento, ya no escuchas el mar antes de dormir y ahora con media sábana en la cama igual quedas todo sopiado.
Lo siguiente es el baño, ¡que cosa más rica! es llegar a "hacer"... (ya, dígámoslo como es)... ¡que rico es CAGAR en tu propio baño!, un momento único y totalmente apreciable.
Si el viaje fue para llegar de noche, lo que viene es ponerse el pijama. Pijama que no es más que una polera y ropa interior con estos 30 grados de calor que quedaron atrapados en tu casa.
Y el último y más ocioso paso, prender el computador, entrar a facebook, msn, mail, blog, alguna página realmente necesaria (noticia, la de la U, etc) y ver lo triste y sola que es esta densa y estresada ciudad los meses de verano.
Pero aquí estoy, sola. Programando el mes de febrero.
Mi realidad es: que me queda un mes para sacarle el jugo y LO HARÉ, aunque tenga que seguir cagando en baños que no conozco.
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