Lo que seguramente llega a hacer un Santiaguino apenas regresa de sus vacaciones, es probablemente lo que yo estoy haciendo en estos momentos.
Dejar todas las cosas en el living, pensando que mañana será un buen día para sacar la ropa sucia del bolso y guardar cada cosa en su lugar, día que nunca es mañana sino que mínimo 48 horas después de una larga noche.
Abrir todas las ventanas ilusamente, pretendiendo que el aire denso circule y la noche no sea tan acalorada como las que ya habías olvidado, pero claro, no hay viento, ya no escuchas el mar antes de dormir y ahora con media sábana en la cama igual quedas todo sopiado.
Lo siguiente es el baño, ¡que cosa más rica! es llegar a "hacer"... (ya, dígámoslo como es)... ¡que rico es CAGAR en tu propio baño!, un momento único y totalmente apreciable.
Si el viaje fue para llegar de noche, lo que viene es ponerse el pijama. Pijama que no es más que una polera y ropa interior con estos 30 grados de calor que quedaron atrapados en tu casa.
Y el último y más ocioso paso, prender el computador, entrar a facebook, msn, mail, blog, alguna página realmente necesaria (noticia, la de la U, etc) y ver lo triste y sola que es esta densa y estresada ciudad los meses de verano.
Pero aquí estoy, sola. Programando el mes de febrero.
Mi realidad es: que me queda un mes para sacarle el jugo y LO HARÉ, aunque tenga que seguir cagando en baños que no conozco.
Talk to me softly
There is something in your eyes...
- Sí, un orzuelo... ¬¬
No era mi talla, así que revisé la etiqueta y me di cuenta que tenía un ticket de cambio, ningún problema, como era un regalo de navidad, fui y cambié la polera por una talla más grande, y fin, nada de dramas.
El problema es cuando es una la que se compra la ropa.
Te pruebas como 10 pantalones, y no son más porque te hartas de entrar y salir del probador y hacer una selección nunca realmente seleccionada, de los pantalones que te gustan más.
Entonces al final, siempre te quedas con dos en la mano. Dos jeans que son sumamente parecidos, a lo más tienen $990 de diferencia en precio y que cambia: que uno te aprieta en las piernas y el otro en el trasero, y no tienes idea de cuál va a ceder más. Pero como sea, al final son los $990 los que deciden y te llevas el primero que te probaste.
Llegas a tu casa y ¡paf! te das cuenta que para variar, el espejo del probador mentía, te queda más ajustado de lo que tu creías, y te sientas en la cama y ves la etiqueta que desesperadamente ya le sacaste, pensando en que excusa puedes utilizar, pero no se puede, no se puede hacer nada. Porque ya está hecha la compra, y no tienes el ticket de cambio.
Te quedas entonces con esa decisión que pensaste era la mejor, y es cosa de pasar un par de noches mirando el techo y meditando con la almohada para arrepentirte y pensar "por qué no escogí el otro".
Para que vean, que un regalo con ticket de cambio, es más que "te compré esto, pero no estoy segura de que te guste", si no que es una posibilidad de arrepentirte y seguir con tu vida normal como si nada.
Quiero un ticket de cambio.
Entonces les dije Feliz año nuevo con una sonrisa de oreja a oreja, entonces me puse a sacar fotos, entonces todos tomábamos champagna, entonces terminamos de comer picadillos y entonces me fui a buscar a una amiga para entonces irnos a una fiesta.
Entonces era muy feliz, entonces iba a ser un año nuevo tan distinto a los otros años nuevos, entonces tomamos ron, entonces bailamos, entonces hicimos salchichas a la parrilla, entonces me enojé y entonces me caí.
Entonces, ¿eso nos queda?.
Feliz año nuevo.
Y para uds también.
Como los de siempre.
Que bueno que haya sido tan distinto a los demás.