Te odio, sale. ¡SALE!.
Ándate, eres imbécil. Tropiezas con todo, me sigues a todos lados.
¿Qué acaso te doy señales de querer estar contigo?
Sale de acá, ándate de acá.
Me sacas de mis cabales, te escucho susurrar a lo lejos aunque no te vea.
Te odio, TE ODIO.
¿Dónde estás? ¿Dónde te escondiste?
Abro todas las ventanas, me paro.
Me desespero.
No te veo, ¡¿dónde estás?!
Te mato, te juro que te mato.
Moscas...
Estaba llorando, pero ella no lloraba sola.
La abrazaban, el mismo amor incondicional que había hecho que ella desatara en llanto.
En culpa, en odio a sí misma, en esa frustración de no poder hacer nada.
- Es que soy así
- No me digas eso... yo sé que eres más que esto
Para dejar de llorar ella necesita buscar en lo más adentro.
Abrise el pecho, sacarse los puntos que tiene en el corazón y empezar a cicatrizar de nuevo. Pero tiene tan mala cicatrización.
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¿Será que no sufro lo suficiente?
¿Será que ahora hay con quien llorar?
¿A quién llorarle?
Saber encontrarle el sufrimiento a las cosas... aunque no sean mis cosas. Ese es el deber de quien escribe. O no?
Siempre tuve la convicción media masoquista acerca del amor.
Me refiero a que simplemente creo en la proporcionalidad de los sentimientos, de la capacidad del corazón.
Pienso que entre más sufra una persona, más capacidad de amar tiene.
Por lo tanto entre más ama una persona más propenso se hará a llorar fácilmente...
Es pura matemática.
Por eso soy tan llorona.
Peor los que creen que aman pero no lloran.
Peor los que lloran por quien aman... pero algun dia amaran a quien los hace llorar por cosas indirectas.
Peor los que lloran porque no los aman. Eso es como un callejón sin salida.
Mejor llorar porque algún día van a explotar de cosas lindas.
¿Por qué todos se deprimen con la lluvia?
Cuando llueve, duermo mejor.
Cuando llueve se limpia el aire rancio de Santiago.
Las mañanas después de llover, son los más lindos primeros medios días del año.
La cordillera se llena de nieve, no es necesario decir que eso es hermoso.
Caminar debajo de la lluvia es como si te limpiaran el alma.
Todos los verdes se ven más verdes, y todos los naranjos se ve más naranjos, una linda manera de resaltar los colores del invierno.
Los niños juegan a salrar en las pozas.
Las cocinas se llenan de olores ricos, de sopaipillas calientes y de sopas caceras.
Nada es más bienvenido de comer que en un día lluvioso.
Ni hablar del chocolate caliente.
Las casas están más cariñosas y el conducto natural es que todos quieran llegar más temprano a regalonear.
Sí... bueno no todos. Hay gente que sufre. Deprimámonos por ellos. Pero no porque el día llueve, sino porque hay gente que se moja y no tiene cómo secarse...
Aún así, la lluvia no deprime, lo que deprime es la realidad.
Mirenme aquí estoy.
Borrando las cicatrices. Me dieron una crema cicatrizante para borrar la que tengo en el cuello por la operación de hace un año y medio. Pero ¿para qué más podría servir esa crema?
Me he dado cuenta.
Sabotaje.
Saboteandome a mí misma. ¿Qué estúpida no?
Alguna vez dije que escribiría un libro.
De mi estupidéz quizás.
Tengo amigas a las que les hice daño. Y ya no son mis amigas.
Pero no quiero perder a nadie más por el poco respeto que me tengo a mi misma.
No quiero perderme a mí.
No quiero hacerme sufrir a propósito.
¿Me lo merezco?
Merezco las cosas buenas que tengo, y las malas hay que arreglarlas.
Borré todo.
Quiero borrar las marcas, perdonar mis culpas. Querer mi corazón y poder amar plenamente.
Son las pequeñas situaciones en las que me hacen sonreir.
Cuando me siento bajo un confundus entro en desesperación, pero irónicamente esos detalles que a la mayoría de las mujeres las vuelve loca, como la embriaguez de sus maridos... por qué si somos insoportables digo yo... en fin. Divago.
mm...
Los pequeños detalles, sí. Esas imbecilidades que pueden ser molestas pero que me producen un profundo sentimiento de protección? No... no sé. Bueno es que yo.
Los detalles ese es el punto.